Resumen En la actualidad existen distintas herramientas para la evaluación del procesamiento auditivo y sus alteraciones. Además de las pruebas conductuales y de las mediciones electroacústicas, se ha establecido que la batería mínima de evaluación del procesamiento auditivo debe incluir exámenes electrofisiológicos que permitan dar cuenta del estado funcional de las estructuras anatómicas a nivel de tronco cerebral, la corteza auditiva y del sistema nervioso auditivo central en general. Las pruebas electrofisiológicas más descritas en la literatura corresponden a las respuestas auditivas complejas de tronco cerebral, potenciales evocados auditivos de latencia media, potenciales evocados auditivos de latencia tardía, y los potenciales auditivos asociados a eventos como el potencial de disparidad y el P300. A pesar de que diversos organismos internacionales como la American Speech-Language-Hearing Association y la American Academy of Audiology han recomendado su util ización en el proceso diagnóstico del trastorno del procesamiento auditivo y han mencionado su utilidad en la diferenciación de cuadros asociados, no existe evidencia concluyente en relación con sus aplicaciones clínicas. Esto último ha llevado a organizaciones como la British Society of Audiology a poner en duda su verdadera utilidad en estos casos.
Abstract Currently, there are different tools for the assessment of auditory processing and its disorders. In addition to behavioral tests and electroacoustic measurements, it has been established that the minimum battery for auditory processing assessment must include electrophysiological examinations that allow to verify the functional state of anatomical structures at the brainstem, the auditory cortex and, broadly, the central auditory nervous system. In literature, the most described electrophysiological tests correspond to complex auditory brainstem responses, auditory middle latency evoked responses, auditory late latenc y evoked responses and event related evoked potentials, such as mismatch negativity and P300. Although several international organizations such as the American Speech-Language-Hearing Association and the American Academy of Audiology have recommended its use in the diagnostic process of auditory processing disorder and have mentioned its usefulness in the differentiation of associated conditions, there is no conclusive evidence in relation to its clinical applications. The latter has led organizations such as the British Society of Audiology to question its true usefulness in these cases.
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